En las entrañas de nuestro mundo se esconde un enigma de proporciones cósmicas, uno que despierta la curiosidad de la comunidad científica internacional. Un nuevo estudio señala que Theia, un planeta que, no sólo impactó a la Tierra, sino que podría haberse fusionado con ella, dejando fragmentos en el núcleo de nuestro hogar planetario. Lo cual además de impactante es revelador.
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Investigadores del Instituto de Tecnología de California investigaron este supuesto choque, el cual es sospechoso de haber engendrado la Luna, y podría aún haber restos en las profundidades del planeta. La evidencia surge del análisis de un material esquivo, oculto en las profundidades del manto terrestre y detectado por primera vez en los años 80. Su ubicación: bajo la vasta extensión de África y el abismo del Océano Pacífico.
¿De qué está hecho este material?
Es de un origen casi tan antiguo como el propio sistema solar y podría tener la clave para entender no solo la formación lunar, sino también fenómenos geológicos que han esculpido la faz de nuestro mundo. Estamos hablando de las conocidas provincias de baja velocidad que albergan este material antiguo, que parece reaccionar de manera singular ante las ondas sísmicas. Un comportamiento atípico, posiblemente debido a una composición enriquecida en hierro y a una historia tan vieja como 4 mil 500 millones de años.
La hipótesis sugiere que podrían ser reliquias de Theia, como postula Paul Asimow, profesor de Geología y Geoquímica. Esta noción abre un abanico de interrogantes acerca de la historia geológica terrestre, como el inicio de la subducción y la formación de los primeros continentes. Estos fragmentos, si es que pertenecen a Theia, podrían ser vestigios directos de los eventos que precipitaron la génesis de nuestro planeta en su forma actual.
Aún hay muchas investigaciones por hacer
El impacto gigante, una teoría que describe la colisión fatal entre Theia y la proto-Tierra, es el preludio de esta narrativa geológica. La danza gravitacional entre los planetas del joven sistema solar desembocó en esta fusión cósmica, dando forma no solo a nuestro planeta sino también a su satélite, la Luna.
Aún con tecnologías avanzadas, Theia elude nuestra comprensión plena. No hay rastro de él en los meteoritos o asteroides que nos visitan, alimentando la teoría de que su esencia se encuentra no solo en las profundidades terrestres sino quizás, también, en la superficie de la Luna. Es por eso que no se ha aceptado como una verdad y sigue bajo investigación.