«Aquí murieron tres niños. Tenían un año y medio, cuatro y seis años»; cuenta Ogun Sever Okur, diseñador del proyecto.
El efecto es sorprendente. Los pequeños y frágiles globos contrastan con el gris monocromo de la montaña de escombros de lo que una vez fue vez un reciente edificio color beige de nueve pisos.
Los restos de tres automóviles se entremezclan con los escombros, de donde surgen colchones, electrodomésticos e incluso un anorak, tamaño 4 años, adornado con corazones.
Devastador terremoto dejó en escombros Turquía
Objetos como un juguete lila con la efigie de Daisy Duck y Minnie Mouse y una patineta rosa dan testimonio de esas vidas tan cortas, detenidas de forma abrupta. «Aquí es donde empecé, y luego en el edificio de atrás»; explica Ogun Sever Okur.
Productor de rosas y fotógrafo, se ofreció como voluntario en los días que siguieron al terremoto, primero en su ciudad natal, Adana, antes de llegar a Antakya, 200 km más al sur, uno de los lugares más devastados por el desastre en Turquía.
Ocho días después del terremoto, el hombre de casi cuarenta años comenzó a atar globos a las ruinas de la despoblada ciudad de 400.000 habitantes, donde el ruido de las excavadoras y las nubes de polvo dominan toda forma de vida.
Más de 42.000 personas murieron en Turquía a causa del terremoto del 6 de febrero, cifra que asciende a 46.000 si se suman los que murieron en Siria, país vecino.
Las autoridades no especificaron cuántos niños perecieron. Derya Yanik, la ministra de la Familia, informó que 1.314 de los 1.858 niños descubiertos solos después del terremoto fueron entregados a familiares.