El Papa Francisco celebró el V Domingo de la Palabra de Dios en la Basílica de San Pedro expresando que “La Palabra nos atrae hacia Dios y nos envía hacia los demás”, para poder estar abiertos a nuevos panoramas.
“No nos deja encerrados en nosotros mismos, sino que dilata el corazón, hace cambiar de ruta, trastoca los hábitos, abre escenarios nuevos y desvela horizontes insospechados”, expresó.
En su homilía el Obispo de Roma dijo que la Palabra de Dios “despliega la potencia del Espíritu Santo” y que no se puede renunciar a ella.
“No podemos prescindir de la Palabra de Dios, de su dulce firmeza que, como un diálogo, conmueve el corazón, se imprime en el alma y la renueva con la paz de Jesús que nos hace preocuparnos por los demás”.
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El Santo Padre reflexionó sobre porque a pesar de escuchar la Palabra de Dios, entra por un oído y sale por el otro, ¿por qué?, preguntó.
“Es necesario no ser ‘sordos’ a la Palabra. Es el riesgo que corremos, ya que abrumados por miles de palabras, no damos importancia a la Palabra de Dios, la oímos, pero no la escuchamos; la escuchamos, pero no la custodiamos; la custodiamos, pero no nos dejamos provocar por ella para cambiar; la leemos, pero no la hacemos oración”, manifestó.
El Papa Francisco pidió que Cristo con su Palabra se convierta en el centro de cada uno.
“Mientras se dicen y se leen constantemente palabras sobre la Iglesia, que Él nos ayude a redescubrir la Palabra de vida que resuena en la Iglesia. De lo contrario terminaremos por hablar más de nosotros que de Él; y al centro quedarán nuestros pensamientos y nuestros problemas, en vez de Cristo con su Palabra”, apuntó.
BRC