Tras años preparándose, el muy popular príncipe Guillermo se convirtió a los 40 en heredero al trono, llevando junto a su esposa Catalina la bandera de la nueva generación de “royals” británicos desde que su hermano Enrique se retirara de la monarquía.
Hijo mayor de Carlos y Diana, Guillermo se ha ganado el corazón de los británicos, muchos de los cuales querían que sucediera directamente a su abuela, la reina Isabel II, en lugar de su padre, menos popular.
El rey Carlos III anunció ayer en su primer discurso televisado desde la muerte de su madre que Guillermo sería el nuevo príncipe de Gales, título de los herederos a la corona británica.
Mientras espera su turno, se dedica a llevar una vida lo más normal posible, cuidando de sus tres hijos pequeños, ya sea en el Palacio de Kensington o en su nueva residencia en el dominio real de Windsor, y plegándose a sus obligaciones públicas.
Fue piloto de helicóptero medicalizado durante dos años, trabajo que dejó en 2017 para dedicarse a tiempo completo a sus funciones en la casa real. Un papel que se ha vuelto cada vez más importante a medida que su abuela envejecía y que su hermano Enrique y su tío Andrés se distanciaban de la familia real.
El primero se trasladó a California en 2020 con su familia, denunciando el acoso de los medios británicos, y el segundo se vio privado de sus honores militares y apartado de la vida pública por su amistad con el difunto pederasta estadounidense Jeffrey Epstein, una de cuyas víctimas acusó al príncipe de abuso sexual.
Guillermo y Catalina son una pareja muy unida. “La mayoría de la gente piensa que harán un gran equipo y serán unos grandes reyes”, afirma el excorresponsal real Phil Dampier.