Este jueves 18 de noviembre, en algunos pueblos y ciudades del Ártico, sus habitantes presenciarán la última puesta de Sol del 2022, justo antes del inicio de la noche polar.
Ejemplo de ello es lo que pasa en Utquiagvik (también conocido como Barrow), Alaska, donde sus 4 mil 900 habitantes no vuelven a ver la luz del sol en 66 días.
Cada otoño, familias y amigos de la localidad ubicada en el extremo norte de Alaska, se reúnen para ver la última puesta de Sol del año. Este jueves este hecho sucederá a las 13:43 horas (16:43 horas tiempo de México); a diferencia de otras zonas del resto del globo, esta localidad considerada una de los septentrionales del mundo, dejará de ver la luz solar durante 66 días, esto hasta que el Sol vuelva al horizonte el 23 de enero del 2023.
Durante la llamada Noche Polar el sol desaparece por ese largo período, debido a que las regiones del círculo polar ártico se inclinan en dirección opuesta al sol en el eje de la Tierra.
Es importante señalar que Barrow no se oscurece en su totalidad, pues hay horas en las que los rayos del Sol son apenas los suficientes como para ver alrededor, sin embargo, jamás se pone el sol en su totalidad. Esa pequeña resolana es conocida como crepúsculo civil y ocurre cuando el sol está a 6 grados bajo el horizonte y crea una pequeña iluminación.
El frío se intensifica durante la Noche Polar
Durante toda la época de la Noche Polar, el frío se intensifica y la temperatura en promedio alcanza unos -20 bajo cero. A pesar de este brusco e intenso cambio de temperatura, los habitantes del pueblo de Barrowcontinúan con su rutina, aunque pasan más tiempo dentro de casa debido al inclemente invierno.
Este pueblo no es el único sitio poblado donde la Noche Polar se extiende durante más de un mes, pues en Murmansk, una localidad rusa de un poco menos de 300 mil habitantes, este fenómeno se extiende desde el 2 de diciembre y hasta el 11 de enero, es decir, su población pasa casi 40 días sin luz del Sol.
Es importante mencionar que el puerto de Murmansk se mantiene activo durante la Noche Polar gracias a la corriente marina cálida del Atlántico Norte, que impide la congelación de sus aguas sin importar las bajas temperaturas en el ambiente.