La figura de Ramón Valdés, conocido por interpretar al entrañable “Don Ramón” en el célebre programa El Chavo del 8, continúa suscitando interés con el reciente estreno de Sin querer queriendo, la serie de Max sobre Chespirito.
Es bien sabido que la vida financiera del actor dio un giro notable tras unirse al proyecto dirigido por Roberto Gómez Bolaños, lo que permitió a su familia experimentar una nueva estabilidad y comodidad económica.

En una entrevista, el hijo de Ramón Valdés aseguró que el éxito de su padre en el programa supuso un importante cambio económico. Antes de incorporarse al elenco, la familia atravesaba momentos de carencia, describiendo una infancia donde la falta de recursos no condicionaba la felicidad: “Mi papá disfrutó teniendo y no teniendo. Sin tener qué comer éramos felices, después había caviar y champagne y éramos felices también”.
El mismo testimonio reveló las transformaciones en el estilo de vida de la familia. Según compartió el hijo del actor, la familia de Ramón Valdés pasó de residir en una vivienda modesta a habitar casas espaciosas, dotadas de comodidades y mobiliario de mayor calidad, incluyendo alfombras y cortinas.

La estabilidad alcanzada gracias al trabajo de Don Ramón en la televisión marcó un fuerte contraste con los tiempos de austeridad anteriores, aunque, como puntualizó su hijo, la alegría familiar no se limitó a cuestiones materiales.
Al parecer, una de las casas donde vivió Don Ramón durante la década de los 70, cuando se grababa El Chavo del 8, se encuentra en la Ciudad de México, específicamente en la colonia Prados de Churubusco, en la alcaldía de Coyoacán.
Fue su nieto quien en un video de TikTok grabó a las afueras del inmueble. Se trata de una sencilla casa de dos pisos, paredes de color café, puertas blancas y una jardinera afuera.

Según el testimonio del nieto de Don Ramón, la casa de enfrente era de Pedro de Urdimalas, escritor de películas del Cine de Oro Mexicano como Nosotros los Pobres. La cercanía entre las viviendas del guionista y del actor permitía reuniones: “Imagínense las bohemias que se echaba mi abuelo con Pedro de Urdimalas, nada más se cruzaba la calle y empezaba el pachangón”.
A pesar de las mejoras económicas derivadas del éxito en El Chavo del 8, la esencia de la alegría familiar permaneció intacta tanto en épocas de abundancia como de necesidad, reflejando el legado humano y profesional de uno de los actores más recordados de la televisión latinoamericana.

