El presidente de Argentina, Javier Milei, extendió la prohibición del uso de lenguaje inclusivo a toda la administración nacional argentina, algo que que ya había sido aplicado en las fuerzas armadas, informó este martes el portavoz presidencial Manuel Adorni. El gobierno “iniciará actuaciones para prohibir el lenguaje inclusivo y la perspectiva de género en toda la administración pública nacional”, dijo Adorni en conferencia de prensa.
Una resolución publicada el viernes pasado en la página de Presidencia de Milei había anunciado lo mismo para el Ministerio de Defensa y las Fuerzas Armadas. “El lenguaje que contempla a todos los sectores es la lengua castellana, no veo por qué tener estructuras. Es un debate en el cual no vamos a participar porque consideramos que las perspectivas de género se han utilizado también como negocio de la política, eso no tiene discusión”, dijo Adorni al ser consultado por la agencia AFP sobre las razones de la decisión.
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Apenas la semana pasada, el gobierno de Milei anunciado el cierre del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) bajo el argumento de que es parte de las instituciones que “no sirven para nada“. Respecto del lenguaje y a partir de estas nuevas directivas “no se va a poder utilizar la letra ‘e’, el arroba, la ‘x’ (para citar el género) y evitar innecesarias inclusiones del femenino en todos los documentos de la administración pública”,
¿Qué es el lenguaje inclusivo?
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que por “lenguaje inclusivo en cuanto al género se entiende la manera de expresarse oralmente y por escrito sin discriminar a un sexo, género social o identidad de género en particular y sin perpetuar estereotipos de género. Dado que el lenguaje es uno de los factores clave que determinan las actitudes culturales y sociales, emplear un lenguaje inclusivo en cuanto al género es una forma sumamente importante de promover la igualdad de género y combatir los prejuicios de género”.
A pesar de ello, la Real Academia Española sostiene que “lo que comúnmente se ha dado en llamar ‘lenguaje inclusivo’ es un conjunto de estrategias que tienen por objeto evitar el uso genérico del masculino gramatical, mecanismo firmemente asentado en la lengua y que no supone discriminación sexista alguna”, es decir que lo considera innecesario.
De igual forma, rechaza el uso de las palabras terminadas en “e”, pues asegura que “la forma ‘elle’ y las terminaciones en ‘-e’ en voces con flexión ‘-o/-a’ son recursos facticios promovidos en ciertos ámbitos para referirse a quienes no se identifican con ninguno de los géneros el par binario, pero su uso no está generalizado ni asentado”.