El pasado 7 de diciembre, Pedro Castillo, el entonces presidente de Perú anunció en cadena nacional la disolución del Congreso y la creación de un “gobierno de excepción”, sin embargo, pocas horas después, miembros de su propia escolta lo detuvieron cuando se dirigía a refugiarse a la Embajada de México.
Ese mismo miércoles dejó de ser Presidente por decisión del Congreso, mismo que había tratado de disolver. Este señaló que Castillo no tenía capacidad moral para gobernar tras “violentar el orden establecido por la Constitución Política”.
Desde entonces el expresidente está preso en el penal de Barbadillo, a las afueras de Lima, la cárcel especial construida para albergar expresidentes encarcelados en la que los únicos presos son Pedro y Alberto Fujimori.
Actualmente es acusado de rebelión y conspiración por ser autor de los hechos del 7 de diciembre, pertenencia a organización criminal y por su presunta participación como líder en una trama de corrupción dentro del gobierno. Castillo tiene en su contra dos medidas de prisión preventiva, una por 18 meses y la otra por 36 meses.
Tras su llegada a la prisión su vicepresidenta, Dina Boluarte, se convirtió en presidenta y es ahora una de sus mayores detractoras. Mientras que su esposa, Lilia Paredes, se fue del país junto con sus dos hijos y ahora está asilada en México.
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Salud mental de Castillo se deteriora
Desde diciembre pasado, Pedro Castillo se encuentra solo en una celda de aproximadamente 6 metros cuadrados. En el lugar solamente tiene dos pequeñas zonas en forma de L. En una de ellas está la cama en la que duerme mientras que en la otra tiene una sala de dos pequeños sillones en la que tiene una pequeña mesa en la que puede leer y comer.
Las paredes de la celda son color plomo y no tiene ventanas al exterior, aunque sí tiene un pequeño baño y acceso a un patio de apenas unos cinco metros cuadrados, en el que puede recibir luz solar y donde ha tratado de cultivar papa y maíz.
Según reporte de la BBC Mundo, el expresidente del Perú, todos los días se levanta temprano y pasa el día leyendo y escuchando noticias, e intenta que su patio parezca un huerto.
De acuerdo con Indira Rodríguez, una de sus abogadas, asegura que quienes lo han visto en la cárcel saben que se encuentra mal y ha perdido mucho peso”.
Indira aseguró que Pedro constantemente cuenta que “piensa que lo pueden envenenar, por lo que no quiere comer lo que le sirven en la prisión”.
Por tal motivo por el momento se alimenta de la comida que le llevan los familiares que lo visitan y que puede cocinar en una hornilla que tiene en su celda. Pedro puede recibir visitas los jueves y sábados con un máximo de cinco por semana.
Las visitas solamente pueden entrar de una en una y quedarse hasta una hora y media. Frecuentemente es visitado por sus hermanas y Yenifer Paredes, la hermana menor de su esposa, a la que el matrimonio crió como hija.