Millones de personas sueñan con viajar hacia destinos paradisíacos, a lo largo y ancho del país. Lo cierto es que esto a veces no alcanzan con las ansias de hacer turismo, ya que muchos mexicanos optan por viajar más allá de su ciud
ad natal hasta alcanzar destinos que no son del todo conocidos, tal y como lo demostraremos en este artículo, en el que nos centraremos en un pueblo costero del que muchos no conocen.

A unos 250 kilómetros de una de las grandes ciudades costeras de Brasil, aparece un destino cuya historia y geografía parecen fraguadas para quien busca magia.
Se trata de Paraty, pequeña localidad ubicada en la costa Atlántica, reconocida por su centro histórico de calles empedradas, casas pintadas de colores y balcones florecidos.

Este sitio se encuentra casi a ras de mar: solo 5 metros por encima del nivel del océano. En ciertas temporadas, la marea alta invade las calles más bajas del casco antiguo, transformando algunas vías en pasajes de agua.
Esa característica le ha valido el apodo de “Venecia tropical”.
El centro histórico es patrimonio de la nación: una joya arquitectónica colonial bien conservada, que sobrevive intacta al paso de los siglos y al embate del turismo masivo.

Playas que se revelan lentamente
Alrededor del núcleo urbano se despliegan más de 50 playas e islas -muchas solo accesibles por barco- que combinan silencio, agua transparente y naturaleza virgen. Estas son algunas de las más destacadas:
- Praia do Sono: arena blanca y un ambiente ideal para la desconexión.
- Praia de Lula: escondida, íntima, para quienes buscan soledad.
- Praia da Ponta Negra: más concurrida, con servicios y accesos cómodos.
- Praia dos Antigos: rodeada de vegetación, ideal para quien quiere sentir naturaleza viva.
- Praia do Cachadaço: entre las más alejadas, perfecta para snorkel.
Quienes acceden en lancha tienen la recompensa de rincones casi intactos, donde el ruido se limita al susurro del mar y el viento entre hojas.

Cómo llegar y moverse a este pueblo maravilloso
Paraty está relativamente conectada con los grandes centros del país. Desde Río de Janeiro o São Paulo puede llegarse en auto u ómnibus en unas 4 a 5 horas, bordeando la costa. Para moverse dentro del pueblo, lo más práctico es hacerlo a pie o en bicicleta, dado que el tránsito vehicular en el centro histórico es limitado.
Para alcanzar las playas más remotas, la vía principal es el traslado en lancha, que permite disfrutar el paisaje costero durante el trayecto y evita caminos terrestres difíciles. Eso sí, pese a que Paraty ha ganado visibilidad entre viajeros internacionales, mantiene un equilibrio entre turismo y preservación.

En cuanto a su población local, la misma participa activamente en el cuidado del patrimonio y del entorno natural, un esfuerzo clave para que no se diluya la identidad del lugar. Su belleza -arquitectónica, natural, lumínica- no es un escenario fabricado; es más bien una puerta que hay que abrir con respeto, admiración y paciencia.

