La Tierra fue alcanzada por una tormenta geomagnética de categoría G4, el nivel más fuerte, a raíz de una eyección de masa coronal (CME) que tuvo lugar el 31 de mayo de 2025, el fenómeno fue observado por el coronógrafo CCOR-1, ubicado en el satélite GOES-19 y operado por el Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos (NRL), institución dedicada al monitoreo solar desde los años 70.
La eyección solar alcanzó velocidades superiores a los 1,700 kilómetros por segundo y fue clasificada como una CME de halo, dado que su centro se dirigió directamente hacia nuestro planeta.

Herramientas como los coronógrafos permiten a los expertos monitorear la trayectoria y velocidad de estas eyecciones, anticipar su llegada y estimar su impacto en la Tierra, esencial no solo para evitar daños tecnológicos, sino también para avanzar en el entendimiento del clima espacial, una disciplina cada vez más relevante ante la dependencia global de la tecnología satelital.
Aunque las tormentas geomagnéticas de esta magnitud no son frecuentes, su potencial destructivo es considerable, eventos similares en el pasado han demostrado que una CMErápida puede llegar a la Tierra en menos de 24 horas, afectando múltiples regiones del mundo simultáneamente.
¿Por qué una tormenta solar puede causar afectaciones en la tierra?
Las tormentas geomagnéticas como esta ocurren cuando las partículas del viento solar interactúan con la magnetosfera terrestre, provocando desequilibrios que pueden tener efectos tanto visuales como tecnológicos.
En este caso, la tormenta alcanzó una categoría G4 en la escala de la NOAA, lo que implica una intensidad elevada con consecuencias que van desde auroras boreales visibles en latitudes atípicas, hasta disrupciones en redes eléctricas, sistemas GPS, comunicaciones de radio de alta frecuencia y aumento en la fricción atmosférica sobre satélites en órbita baja.
¿Por qué una tormenta solar puede causar afectaciones en la tierra?
Las tormentas geomagnéticas como esta ocurren cuando las partículas del viento solar interactúan con la magnetosfera terrestre, provocando desequilibrios que pueden tener efectos tanto visuales como tecnológicos.
En este caso, la tormenta alcanzó una categoría G4 en la escala de la NOAA, lo que implica una intensidad elevada con consecuencias que van desde auroras boreales visibles en latitudes atípicas, hasta disrupciones en redes eléctricas, sistemas GPS, comunicaciones de radio de alta frecuencia y aumento en la fricción atmosférica sobre satélites en órbita baja.

Estas alteraciones representan una amenaza significativa para infraestructuras críticas, especialmente en el sector defensa, los reportes tempranos son fundamentales para que entidades como el Departamento de Defensa de Estados Unidos adopten medidas preventivas ante posibles interrupciones.