Recientes investigaciones han desvelado una faceta sorprendente de las majestuosas pirámides egipcias y es su alineación precisa con los astros. Más allá de ser simples tumbas, estas construcciones milenarias parecen haber sido concebidas como un puente entre el mundo terrestre y el celestial para los faraones. Vale destacar la orientación astronómica que revela una profunda conexión con el cosmos y las creencias religiosas de los antiguos egipcios.
Los egipcios eran astrónomos experimentados y su profundo conocimiento del cielo les permitió desarrollar un clásico calendario solar y trazar detallados mapas estelares. La bóveda celeste era mucho más que un simple espectáculo nocturno para ellos; era un reflejo del orden cósmico, la Maat, que impregnaba todos los aspectos de su vida. Esta íntima relación con el cosmos se manifiesta de manera tangible en la orientación de sus monumentos sagrados, especialmente en las grandes pirámides de Giza.
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Orientación astronómica de las pirámides de Giza
Las pirámides de Giza, erigidas por los faraones Keops, Kefrén y Micerinos, están orientadas hacia los cuatro puntos cardinales con una precisión asombrosa. Para lograr esta hazaña, se basaron en una constelación en particular: Meskhetyu, el Carro. Este asterismo, formado por siete estrellas de la Osa Mayor, era de gran importancia para los egipcios, quienes lo asociaban con la resurrección y la vida eterna.
La importancia de Meskhetyu se evidencia en los textos de las Pirámides, los textos religiosos más antiguos de la humanidad. Estos textos, inscritos en las paredes de las cámaras funerarias, lo mencionan repetidamente y su papel en el viaje del faraón al más allá. Los egipcios creían que al alinear sus pirámides con este asterismo, estaban asegurando el paso seguro del faraón hacia el reino de los dioses.
La precisión con la que las pirámides están orientadas es verdaderamente sorprendente. Los errores de alineación son mínimos, del orden de un cuarto de grado, lo que equivale a decir que éstas apuntan al norte con una precisión de unos 15 minutos de arco. Para poner esto en perspectiva, el diámetro aparente del Sol o la Luna llena es de aproximadamente 32 minutos de arco. Lograr tal precisión sin la ayuda de instrumentos modernos es un testimonio del conocimiento astronómico y de las habilidades de ingeniería de los antiguos egipcios.
